Cuentos y poesía


Ela
Gazel Zayad




















Érase una historia
que una vez a sí misma se quiso contar
para ello se eligió al azar
una voz en la tierra
que le permitiera cantar.

Ella salió a cazar ayer
un unicornio espacial,
con su arcoiris de cristal
vio las huellas de animales fluorescentes,
aquellos peces que bailaban en la lluvia,
los tulipanes contoneándose en el campo,
seres inquietos escondiéndose en la selva.

A oscuras Ella va,
las mariposas en su mente no la dejan despertar,
la aventura que ha emprendido ella no abandonará
y las balas no traspasan su conciencia,
y las balas no traspasan su inocencia,
y las balas no traspasan... no traspasan
su convicción.
Ella simplemente es feliz

Ella salió a pasear el sol
por caminos que se abren con la duda,
aves fugaces la saludan a su paso
y Ella vuela hacia el final de aquel camino
convencida que su fin
no es más que el inicio
de otra historia.
Una nueva historia.


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El narrador que estaba destinado a morir
Gazel Zayad

Hubo una vez un narrador que estaba destinado a morir.
Hubo una vez que el narrador no temió más la muerte,
entonces desplegó sus alas
y todos le vimos volar.

En memoria de Alexander Díaz "Mateo"
Gracias maestro!




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Adán, Eva y el Carnaval
Gazel Zayad



Photo by Carlos Cruz















El hombre y la mujer brotaron del suelo,
de las entrañas de la Tierra.
Como dos retoños robustos se encontraron,
y clavándose su mirada,
sus corazones latieron;
sus pulmones se llenaron de aire por primera vez,
Un suspiro largo y profundo se oyó de sus adentros.
Se les abrieron los ojos;
de sus pechos corrió un ardor intenso
que penetró sus almas.

Ambos, varón y hembra, reconocieron su naturaleza en el otro.
En sus carnes había deseo;
en su corazón, fuego profundo de la tierra.
Sus corazones repicaban como tambores,
sus cuerpos desnudos ansiaban la entrega,
porque, aunque desconocidos, desde siempre se pertenecían.
Según el orden de la naturaleza,
él empezó a cortejarla y ella a provocarlo,
insinuándole un placer prohibido,
un fruto deseable, bueno para alcanzar sabiduría.

Llevados por la música de sus corazones,
sus cuerpos se movían involuntariamente.
Algo más fuerte que ellos los atraía y los ataba;
una fuerza en la sangre los incitaba al baile,
a la alegría, a celebrar y a exaltar la vida;
una fuerza cuyas raíces estaban arraigadas a la tierra
y cuyo espíritu yacía escondido en la naturaleza.

Entre caricias y expresiones de amor, algo clamaba por manifestarse.
La vida buscaba revelarse en la expresión.
A medida que el idilio de amor se consumaba,
él y ella se dejaban llevar por el frenesí de la pasión;
los colores se constituían, las formas y las figuras se gestaban.
Así, de un amor intenso entre mar y río,
nació un monumento a la condición humana, cuya gloría no perecería jamás
y cuyo espíritu se transmitiría de generación en generación.


De este modo, gracias al tamboreo de los corazones,
de la carne de Adán y de Eva,
¡nació el carnaval!, homenaje a la vida;
homenaje a aquellos que se entregan sin condiciones
entre ritmos de tambora, flautas y gaitas,
aún con miedo y nostalgia de un pasado terrenal.

El carnaval dio sus primeros pasos e inmortalizó nuestra raza.
Por eso, cuando la flauta ‘e millo canta y suenan los tambores,
no hay entre mar y río quién resista el llamado del carnaval,
y, agarrando a su pareja, recuerde aquellos días.



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Preso
Gazel Zayad





Estoy preso, lamento el hecho
El caos, el fango por doquier por donde paso
¿Qué he de hacer? Resistir, quizás.
Pero tal vez haya donde escapar…
Me escondo en las nubes, me arrasa la tormenta.
Me escondo en las hojas, mas llega el otoño.
Me escondo en las rocas, me arrastra la marea.
Me escondo en tus huellas, se borran en la arena.

¿Seré errante? ¿vagabundo?
Peregrino en tierras conocidas, pobre alma mía.
Preso en la cárcel por destierro.
Palabras a mi entorno, no lo entiendo.
Ríen por mi causa, allá verán ellos.
Tropiezo, caigo, me levanto de nuevo
¿en qué rutina habré caído?
Quizás tú lo entiendas.

Me llaman, me aclaman,
repugno la ignorancia.
Otros más francos: “te pareces a la muerte”.
Oyentes los que escuchan, atiendan mis palabras,
preso por su mente, me encuentro ya en la muerte.
Ustedes que me entienden, retiren su ignorancia,
que mi alma tras mi cuerpo reposa en el infierno.
Ya mi alma con certeza se retracta con firmeza:


Preso como enfermo…
Lamento la molestia.


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Orgasmo Universal
Gazel Zayad


Me asomo por el balcón de mi intelecto
a ver si de pronto te veo caminar
por las calles de mi alma sin rumbo fijo
sacudiendo mi alma, remojando mis deseos.

Ya no eres más que otra de las aves fugaces que vuelan por mi ser,
hermanas del sol, hijas del silencio.
Eres sonido y espasmo.
Un orgasmo universal.

Sangre y néctar de dios eso eres tu.
Cabalgas sobre mi memoria montada en la razón
y llegas a mí por los trastes de mi guitarra.

Te bebes la historia como jugo de humano.
Eres como el universo en tan solo un verso
al entregarte en un beso.
Un beso.

Gazel Zayad - Orgasmo Universal by Gazel Zayad



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Conversaciones
Gazel Zayad



¿Sabor a sangre en tus labios?
Es que, si no te has dado cuenta, 

has estado masticando mi corazón.
¡Escúchame bien! Aún no me corresponde el turno.
Atiende a tus clientes primero.
¿ellos te buscan? ¡Dales placer!
Muévete como una araña tejiendo su perdición,
bébete su materia nauseabunda que llaman alma
y por último, susúrrales al oído que eres la muerte.



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